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Conoce al biólogo embriólogo Jaime Guerrero

Conoce al biólogo embriólogo Jaime Guerrero

JAIME GUERRERO, HOMBRE DE EQUIPO

Jaime Guerrero es experto en criobiología, concretamente en criopreservación de ovocitos y embriones. Una especialidad que ni se imaginaba cuando en 1996 estudió Biología en Valencia y estas técnicas era entonces casi ciencia ficción. Es biólogo por vocación, aunque también le había seducido la medicina y la fisioterapia. Se fue a Valencia porque en aquella Universidad apostaban fuerte por la biología molecular, un ámbito que le motivaba.

Una vez terminada la carrera y aunque los temas de reproducción asistida le eran ajenos, le aconsejaron especializarse en este ámbito y gracias a “esa buena recomendación” acabó iniciando su andadura en el Instituto Bernabeu con tan solo 24 años. En el verano de 2002 inició su andadura como biólogo en prácticas. Y el trabajo en el que fue iniciándose al principio, confiesa, le quitaba el sueño porque estar en el laboratorio suponía mucha responsabilidad. La adaptación fue dura, era muy joven, el Instituto Bernabeu era “un gigante” y sentía que le quedaba mucha experiencia por adquirir.

Aprendió la disciplina, el respeto y la rigurosidad del trabajo. Fue moldeándose como profesional y cuando pasaron varios meses la tensión porque todo saliera perfecto paso a ser disfrute por un trabajo que cada vez le gustaba más. Fueron unos meses de mucho estudio y formación. Algo que no ha dejado de hacer, porque siempre hay trabajos, estudios y proyectos. Y a todo ello se suma la tesis doctoral que está realizando sobre el dispositivo i-Port de aplicación en la estimulación ovárica.

Jaime Guerrero confiesa que durante los 15 años que han transcurrido desde sus inicios han pasado muchas cosas y algunas que le han probado profesionalmente. Una de ellas es haberse marchado como responsable del laboratorio del Instituto Bernabeu en Elche donde estuvo un año y medio. Otro reto fue estar al frente del programa de vitrificación de ovocitos en 2008, que hoy día cuenta con unos excelentes resultados. Y el último reto llegaba en 2012 cuando se convirtió en el director del programa de donación de ovocitos, cargo que mantiene actualmente.

El Instituto Bernabeu es su casa, donde ha aprendido y desarrollado su carrera, y emocionalmente es muy especial, al ser el lugar donde conoció a su mujer con la que tiene dos niños de 5 y 4 años.

Jaime Guerrero se licenció como biólogo en la Universidad de Valencia en 2001 y en el verano de 2002 se unió al equipo del Instituto Bernabeu donde ha desarrollado su carrera como embriólogo. Compagina la labor asistencial con la investigadora. Hoy es el responsable de la Unidad de Ovodonación. Guerrero es miembro de distintas sociedades relacionadas con la medicina reproductiva como la ESHRE, ASEBIR y la SEF.

¿Qué es lo que más recuerda de sus comienzos?

Mis primeros embarazos. Cuando empiezas hay un seguimiento especial. Estaba muy pendiente de los pacientes que estaban en mis manos y muy pendiente del resultado final. Cuando consigues el primer embarazo es un momento que disfrutas.

¿Sigue pasándole?

Sí. Aunque ahora sufro por las pacientes que no consiguen quedarse embarazadas. Son parejas que dedican sus esfuerzos y que lo pasan muy mal y cuando el resultado no es el esperado sufres con ellos.

¿Ha cambiado mucho la ciencia y la técnica desde sus principios?

Ha cambiado radicalmente. Nada de ahora tiene que ver con cómo trabajábamos hace 15 años. Las técnicas de criopreservación han mejorado, también las biopsias embrionarias. Antes la biopsia de un embrión llevaba mucha tensión. Y hoy es el día a día. La estrategia ha cambiado radicalmente, antes todo era la misma secuencia de estimulación, recogida de ovocitos, fecundación y transferencia. Ahora puedes manejar los tiempos.

Eso supone que puede haber aún muchos cambios

La tendencia es seguir avanzando, es una disciplina en la que todavía no se vislumbran los límites.

¿Qué es lo que más le gusta de su trabajo?

Lo que me motiva es el ámbito de la criopreservación, es a lo que más tiempo y estudio le he dedicado. Soy el director de la Unidad de Ovodonación y he tenido que estudiar mucho sobre ello.

¿Cuáles son los retos que presenta la criopreservación?

El reto es alcanzar las tasas de supervivencia del 100%, si bien ya son altas, del 90%.

¿Hasta qué extremo es importante en el laboratorio el trabajo en equipo?

Es muy importante. A veces, quienes llevamos más tiempo, con solo mirarnos, ya sabemos lo que vamos a hacer. Me gusta mucho el deporte y siempre he practicado deportes de equipo y eso se traduce en el laboratorio. Tengo una buena sensación de que nos ayudamos y que podemos contar con el de al lado porque todo sale mejor. Además, tenemos buen ambiente. No puede ser de otra forma porque trabajamos un espacio de laboratorio de 80 metros cuadrados y si hubiera cualquier roce se traduciría en un mal ambiente de trabajo.

Usted que comenzó muy joven, ¿qué piensa ahora cuando ve a los biólogos que empiezan?

Tengo mucha empatía. Lo que menos necesitan es que haya alguien dándoles “collejas”. En mi caso, me dirigió Jorge Ten y hoy es uno de mis grandes amigos. Considero que en el Instituto Bernabeu he hecho grandes amigos.

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