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Cómo ha empeorado la fertilidad: causas, impacto y prevención

Cómo ha empeorado la fertilidad: causas, impacto y prevención

La infertilidad no es un fenómeno aislado ni un problema puntual de algunas parejas. Es un reto creciente de salud pública. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), afecta ya al 17,5% de la población mundial en edad reproductiva. En España, las cifras se sitúan entre el 10 y el 15%, con una tendencia al alza que no parece que vaya a frenarse en los próximos años.

Lo preocupante es que estos porcentajes reflejan cambios profundos en nuestra salud reproductiva, influenciados por factores biológicos, sociales, ambientales y sanitarios. A continuación, analizamos de forma clara y comprensible cuáles son los principales responsables de este descenso en la fertilidad.

El retraso de la maternidad: una tendencia con impacto directo en la mujer

Uno de los factores que más claramente explica esta disminución de la fertilidad es el retraso de la maternidad. Hoy en día, muchas mujeres deciden ser madres a partir de los 35 años, una edad en la que la fertilidad disminuye de manera notable.

Esto ocurre por razones estrictamente biológicas:

A esto se suman patologías relativamente frecuentes como el síndrome de ovario poliquístico, la endometriosis, la baja reserva ovárica prematura o determinadas alteraciones tiroideas, que pueden afectar directamente a la capacidad reproductiva.

El resultado es que, a partir de los 35 años, conseguir un embarazo natural puede ser significativamente más difícil, no por una cuestión social, sino principalmente por un límite biológico.

La fertilidad masculina también está en descenso

Durante mucho tiempo, la fertilidad masculina se consideró estable. Sin embargo, la evidencia científica de las últimas décadas apunta en la dirección contraria.

La concentración de espermatozoides ha disminuido alrededor de un 50% desde 1973, y no se trata de un dato aislado: diversos estudios y revisiones internacionales confirman una tendencia global a la baja. Tanto es así, que la OMS ha tenido que actualizar los criterios de calidad seminal, porque los valores considerados “normales” dejaron de representar a la población actual.

Entre las posibles causas encontramos:

La suma de estos elementos puede traducirse en menor concentración espermática, peor movilidad, mayor fragmentación del ADN y dificultades reales para conseguir un embarazo.

ETS: un problema silencioso que afecta a la fertilidad sin dar síntomas

Otro factor clave que suele pasar desapercibido son las enfermedades de transmisión sexual (ETS). Más de 30 tipos distintos pueden afectar al ser humano y muchas de ellas no producen síntomas, lo que favorece su transmisión y dificulta su detección.

Entre las causadas por bacterias, virus y hongos encontramos:

  • Clamidia
  • Gonorrea
  • Sífilis
  • VPH
  • Hepatitis
  • Herpes

Lo más preocupante es que, si no se diagnostican a tiempo, pueden comprometer la fertilidad tanto femenina como masculina.

¿Cómo afectan a la mujer?

Las ETS no tratadas pueden provocar:

En algunos casos, las secuelas pueden ser permanentes

¿Y cómo afectan al hombre?

En los hombres, infecciones como el VPH, la clamidia y la gonorrea pueden causar:

  • Epididimitis (inflamación del epidídimo).
  • Reducción del número de espermatozoides.
  • Descenso de la movilidad.
  • Mayor fragmentación del ADN espermático.

Esto se traduce en una menor capacidad fecundante del semen y, en ocasiones, en la necesidad de recurrir a tratamientos de reproducción asistida.

El caso particular de la clamidia y la gonorrea: frecuentes, silenciosas y dañinas

La clamidia y la gonorrea son dos de las infecciones de transmisión sexual más comunes. Su principal problema es que hasta un 70% de los casos pueden ser asintomáticos, lo que permite que la infección avance sin que la persona lo sepa.

Si no se diagnostican y se tratan, pueden ascender desde la vagina hacia el útero, las trompas y los ovarios, provocando enfermedad inflamatoria pélvica. Esto puede dejar secuelas como:

  • Obstrucciones tubáricas.
  • Riesgo elevado de embarazo ectópico.
  • Complicaciones durante el embarazo y el parto.
  • Transmisión al recién nacido, con infecciones graves en el bebé.

En los hombres, estas infecciones:

  • Inflaman el epidídimo.
  • Dañan la estructura y función de los espermatozoides.
  • Reducen su motilidad.
  • Aumentan la fragmentación del ADN.

En el caso de la gonorrea, la aparición de cepas resistentes a antibióticos añade un riesgo adicional.

El impacto de los tóxicos ambientales y disruptores endocrinos en la fertilidad

Además de factores como la edad, las infecciones o la calidad seminal, existe un componente menos visible pero cada vez más relevante en la salud reproductiva: la exposición a tóxicos ambientales y disruptores endocrinos (EDC, por sus siglas en inglés). Estos compuestos —presentes en el aire, el agua, los plásticos, pesticidas, cosméticos o productos industriales— pueden interferir con el sistema hormonal y afectar tanto la fertilidad femenina como masculina.

Los tóxicos ambientales abarcan una amplia gama de sustancias químicas presentes en nuestro entorno. Entre los agentes más conocidos que pueden influir en la fertilidad se encuentran:

  • Hidrocarburos aromáticos y halogenados (bencenos, toluenos, ftalatos).
  • Compuestos organoclorados (muchos pesticidas).
  • Metales pesados como plomo o cadmio.
  • Sustancias presentes en plásticos, productos de limpieza o cosméticos.

Los disruptores endocrinos son compuestos que alteran el sistema hormonal al imitar, bloquear o modificar la señalización de las hormonas naturales. Dado que la reproducción depende de un equilibrio hormonal muy delicado, interferencias incluso a niveles bajos pueden tener efectos significativos sobre la fertilidad.

Los EDC pueden alterar procesos hormonales clave en la mujer. La evidencia científica indica que estos tóxicos pueden:

  • Interferir en la maduración de los óvulos y su calidad.
  • Alterar la función ovárica y la ovulación.
  • Contribuir a trastornos como PCOS (síndrome de ovario poliquístico) o disfunciones uterinas.
  • Disminuir el éxito de tratamientos de reproducción asistida.

Además, estudios recientes han detectado sustancias químicas persistentes incluso en el líquido folicular del ovario, lo que sugiere una exposición continua de los óvulos a estos agentes.

En los hombres, los tóxicos ambientales y EDC también pueden tener efectos adversos sobre la producción y la calidad del semen:

  • Disminución de la concentración de espermatozoides.
  • Reducción de la motilidad y de la morfología espermática.
  • Aumento de la fragmentación del ADN en el esperma.
  • Alteración de la producción hormonal necesaria para el proceso reproductivo.

Los contaminantes como ftalatos y bisfenoles han sido señalados repetidamente en estudios por su impacto negativo en la función testicular y la salud seminal.

Factores que modulan el riesgo de los tóxicos en nuestro ambiente

El impacto de los tóxicos depende de varios factores combinados:

  • Dosis y duración de la exposición: exposiciones crónicas, incluso a niveles bajos, pueden acumular efectos.
  • Etapa de la vida en que se produce la exposición: períodos críticos como el desarrollo fetal, la adolescencia o el momento preconcepcional son especialmente vulnerables.
  • Combinación de múltiples químicos: en la vida real, la exposición es simultánea a varias sustancias, con posibles efectos sinérgicos.

¿Qué podemos hacer? Consejos prácticos

Aunque no es posible eliminar completamente la exposición a todos los tóxicos ambientales, sí se puede minimizar el impacto adoptando medidas sencillas:

  • Preferir productos con ingredientes menos químicos (cosmética, envases, utensilios de cocina).
  • Evitar plásticos especialmente con ftalatos o bisfenol caliente o en contacto con alimentos.
  • Reducir exposición a pesticidas eligiendo alimentos de producción ecológica cuando sea posible.
  • Ventilar espacios interiores y mejorar la calidad del aire doméstico.
  • Mantener una alimentación natural y hábitos de vida saludables (evitar tabaco y drogas recreativas, moderar alcohol).

Conclusión: una tendencia que podemos entender… y prevenir

La fertilidad está empeorando por una combinación de factores: retraso de la maternidad, descenso de la calidad seminal y aumento de las infecciones de transmisión sexual. La exposición a tóxicos ambientales también se ha demostrado que alteran procesos hormonales esenciales. Aunque algunos de estos factores son inevitables, otros sí pueden prevenirse.

La información, el diagnóstico precoz y los controles periódicos son herramientas esenciales para proteger la salud reproductiva. Identificar a tiempo una ETS, vigilar la reserva ovárica o evaluar la calidad seminal puede marcar la diferencia entre tener dificultades reproductivas o anticiparse a ellas.

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