
¿Qué papel juega el sistema inmune en la fertilidad?
Un embarazo es una situación única desde el punto de vista inmunológico porque el sistema inmune de la madre tiene que “reconocer” a un embrión con al menos la mitad de los antígenos (proteínas que reconoce el sistema inmune) son de origen paterno. Para ello, se produce una situación de inactivación o de mayor tolerancia en el sistema inmunológico de la madre, para que la placenta del embrión pueda invadir el útero materno sin que se produzca un rechazo. Por tanto, el proceso de implantación embrionaria y correcto desarrollo del embarazo dependen de un delicado equilibrio que permita la tolerancia entre dos individuos inmunológicamente diferentes.
El sistema inmune protege al organismo de células extrañas y de enfermedades, mediante diferentes células sanguíneas (los glóbulos blancos o leucocitos) y mediante los anticuerpos. Todos reaccionan contra virus, bacterias, parásitos o incluso células propias alteradas como las cancerosas, y también son las responsables de atacar los órganos propios como sucede en el caso de las enfermedades autoinmunes, o del rechazo a trasplantes de órganos en algunos casos.
El fallo recurrente de implantación (ausencia de gestación tras haber realizado al menos 3 transferencias de embriones cromosómicamente normales) o las pérdidas gestacionales recurrentes (dos o más abortos involuntarios) son dos situaciones con las que los especialistas en medicina reproductiva lidiamos frecuentemente y que resultan especialmente frustrantes cuando no existe una causa conocida del fracaso. Dentro de las múltiples causas que se están investigando en estos casos, una de ellas es una posible alteración del sistema inmunológico materno.
En la actualidad, el único trastorno inmune vinculado de manera sólida con un porcentaje amplio de fracasos reproductivos es el síndrome antifosfolípido. Junto con las anomalías cromosómicas embrionarias, es la única causa demostrada de abortos de repetición. Esta enfermedad se caracteriza por la presencia en sangre materna de unos anticuerpos denominados antifosfolípidos. Estos provocan unos fenómenos trombóticos (sobre todo microtrombosis) a nivel placentario que llevan a la pérdida del embarazo. El tratamiento con ácido acetil salicílico a dosis bajas, así como con heparina de bajo peso molecular a dosis profilácticas se ha demostrado efectivo reduciendo el riesgo de aborto.
El resto de trastornos del sistema inmunológico que pudieran incrementar el riesgo de fracaso reproductivo, se encuentra a día de hoy en investigación. Hablamos de anomalías en la forma de actuar de las células del sistema inmune materno (linfocitos T, células Natural Killer…), así como determinadas variantes genéticas en estas células que podrían incrementar el riesgo de rechazo embrionario (sistema KIR-HLA-C).
Los tratamientos disponibles se dirigen a suspender o modular las alteraciones en el sistema inmune y otras alteraciones que pudieran existir. Dentro de los fármacos a los que es posible recurrir, destaca el uso de corticoides, hidroxicloroquina, inmunoglobulinas intravenosas, intralípidos, fármacos inmunosupresores… No obstante, dado que la evidencia con el uso de estos fármacos está dentro del campo de la investigación, y es muy limitada, y son fármacos no exentos de efectos secundarios, su prescripción debe ser realizada siempre en un contexto clínico por parte de un especialista en medicina reproductiva.
Otras de las estrategias que se han propuesto, especialmente en casos de incompatibilidad del sistema KIR materno con el HLA-C del embrión, es la transferencia de embrión único para disminuir el riesgo de rechazo al “estimular” lo menos posible el sistema inmune materno, y la selección de donantes HLA C compatibles en tratamientos de donación de gametos.
La investigación sobre el sistema inmunológico y la infertilidad ha avanzado, pero todavía es muy escaso, creando resultados que si bien pueden ser un punto de partida no constituyen una evidencia científica incuestionable ni por tanto puede estandarizarse su aplicación en la práctica clínica diaria.
Dra. Cristina García-Ajofrín, ginecóloga en Instituto Bernabeu